El 2 de febrero es algo así como el Día de la crêpe, más conocido en Francia como la Chandeleur, una festividad cargada de simbolismo que combina tradiciones cristianas, paganas y gastronómicas, y una excusa genial para hincharse a comer estos soles de harina.
La crêpe es el orgullo culinario francés (uno de tantos). Ese plato que han exportado y que es, aparentemente, sencillo, pero que, precisamente, en su sencillez está la belleza, su buen sabor y su complicación. Porque no es tan sencillo como parece hacer una buena crepe. Desde su masa a saber darle forma redondeada y, sobre todo, saltarla o darle la vuelta bien. Y aunque admite de todo, dulce o salado, en la combinación de esos ingredientes está la clave.
Aunque profundamente arraigada en el cristianismo, la Chandeleur tiene orígenes que se remontan a antiguas celebraciones paganas. En Roma, por ejemplo, la Lupercalia consistían en procesiones con antorchas para purificar la ciudad y honrar a Fauno, dios de la fertilidad. Del mismo modo, los celtas celebraban a la diosa Brigit con rituales de luz, mientras que los agricultores encendían antorchas para purificar los campos antes de la siembra.
La Iglesia, como en muchas otras festividades, adaptó estos rituales paganos a sus propios fines, vinculándolos a la purificación espiritual y la luz divina. Se dice que la cristianización de este rito pagano fue obra del papa Gelasio I (494 d.C.), quien promovió la bendición de velas como símbolo de protección y esperanza.
Supuestamente, Gelasio I mandó repartir galettes o crêpes saladas a la entrada de Roma a todos los peregrinos que llegaban hasta allí el 2 de febrero. En la tradición pagana, tiene un sentido más práctico: se usaba el trigo sobrante antes de las nuevas cosechas. Y su forma, circular, era un homenaje al esperado y ansiado sol: una celebración de los días más largos.
¿Cómo se celebra?
Más fácil imposible: se trata del día durante el cual se preparan y comen crepes en familia. Y aunque las crepes se puedan comer en cualquier momento del día siempre, puede ser una comida especial o un plato rápido, en la Chandeleur suele celebrarse de tarde y la tradición aún está rodeada de muchas supersticiones.
Por ejemplo, a la hora de hacerlas, hay que hacerlas saltar, dándole la vuelta con la mano derecha mientras que sujetas una moneda de oro en la izquierda. Si la crêpe llega correctamente a la sartén, significa que tendrás prosperidad todo el año. Otra superstición, más abandonada, consistía en dejar la primera crêpe hecha en este día encima de un armario para, de igual manera, atraer la prosperidad y buena suerte.
¿Es la crêpe la prima hermana de la marmota?
¡Sí! O algo así. El 2 de febrero es ya más conocido por ser el Día de la Marmota, el día en el que en Canadá y Estados Unidos se espera a la salida de este perezoso animal de su guarida invernal. Si sale, significa que el invierno se va acabando. Si no sale, quiere decir que el frío continúa.
Y con el día de las crêpe ocurre algo similar. Los franceses creen que si llueve en la Chandeleur, el mal tiempo aún arreciará: “Quand il pleut pour la Chandeleur, il pleut pendant quarante jours”. Aunque tampoco es bueno si sale el día soleado, porque el invierno también se alargará.